miércoles, 18 de mayo de 2016

Y tú, ¿qué puedes hacer por la educación?

A menudo nos quejamos de los numerosos problemas que nos encontramos día a día en nuestro desempeño como profesionales de la educación. Ratios imposibles, urgencias varias, burocracia creciente, recursos menguantes, exceso de trabajo, poca implicación de las familias o desmotivación del alumnado son algunos de los motivos de queja más habituales. Muchas veces esta queja la verbalizamos así, a lo grande, contra el Sistema Educativo (con mayúsculas). Y no es que nos falte razón, en absoluto. De hecho, nos sobran motivos para la queja. Tenemos un sistema educativo que, por decirlo de manera suave, no siempre se ajusta a las necesidades de nuestro alumnado y de los centros educativos. Eso es así.

El día de su investidura como presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy pronunció uno de los grandes discursos de la historia. En él, exhortaba a los ciudadanos americanos a preguntarse no qué podían hacer los Estados Unidos por ellos, sino qué podían hacer ellos por los Estados Unidos. En su proclama, pues, el presidente norteamericano instaba al pueblo a tomar un papel protagonista en los años que estaban por venir. Más allá de la retórica política de turno, creo que podríamos establecer un paralelismo claro en relación al panorama educativo. Me parece que resultaría una postura inteligente y, sobre todo, constructiva. ¿Qué podemos hacer nosotros por mejorar el sistema? Dentro de los márgenes, más o menos limitados que podamos tener, ¿cómo organizarnos mejor para ser más eficientes?, ¿cómo atender mejor a nuestro alumnado?

Y esto no significa abandonar la crítica, ni mucho menos. Debemos continuar presionando a la administración para hacer llegar nuestras quejas, necesidades y propuestas de mejora. No obstante, considero que no podemos quedarnos paralizados por la crítica y que las debilidades y déficits del sistema no pueden servirnos como excusa para no afrontar la parte de responsabilidad que nos pertoca en este tinglado. De hecho, considero que ésta es la tónica en la gran mayoría de centros, donde miles de profesionales se esfuerzan por sacar adelante sus proyectos y en generar aprendizaje en su alumnado a pesar de las dificultades diarias.

Pienso todo esto a raíz del éxito de mis compañeros del CEPA Pitïuses de Ibiza, flamantes ganadores del premio Edublogs Espiral con su blog colaborativo Trencadís. Aunque lo de menos es el premio, claro. En mi opinión, el auténtico éxito radica en, a pesar de estas dificultades, perseverar en el trabajo y mantener la ilusión para generar nuevos retos y proyectos. Ellos son un claro ejemplo de ello. Muchas felicidades a todos.

Pues eso. Propongo que la próxima vez, después del desahogo que genera la crítica en mayúsculas (me temo que no sirve para mucho más), nos preguntemos qué podemos hacer nosotros por la educación. Intuyo que tenemos respuestas de muchísimo valor.

4 comentarios :


  1. Muy interesante el artículo.
    Digno de ser compartido con los profesores del colegio.
    Seguramente a mas de uno le interesará y lo seguirá compartiendo.

    Saludos Cordiales

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  2. Mucho por hacer. Ser críticos es importante siempre que después nos pongamos a construir y cambiar las cosas. Un saludo

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    1. Muy de acuerdo, Alberto. Propongo mantener la crítica pero sumar propuestas de mejora y de autoreflexión. ¿Cómo podemos contribuir a la mejora de nuestra realidad inmediata? Un abrazo!

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